domingo, 17 de noviembre de 2013

BUNBURY “Palosanto” 2013



Enrique Bunbury merece un respeto. Pocos artistas han sido capaces de dar un giro tan radical en sus propuestas y sobre todo hacerlo en el momento en el que estaba en la cumbre comercial. Con este son ya ocho los discos en solitario, con los que ha forjado una trayectoria personal repleta de giros estilísticos, siempre buscando nuevos horizontes.
“Palosanto” es un disco generoso. Nada menos que 15 temas que quizás pequen de demasiado lineales debido a un predominio, puede que excesivo, de lo instrospectivo.  La mayoría de las canciones son reposadas baladas. Eso sí, Bunbury canta mejor y más limpio que nunca y la producción del disco es impecable, pudiendo saborearse abundancia de detalles y arreglos muy bien conseguidos. Todo el conjunto suena de una manera elegante y con un gusto exquisito. Las guitarras están bien dosificadas, hay riqueza en las percusiones y encontramos bellos arreglos de cuerdas. Sin embargo falta un mayor número de grandes canciones. Ninguna es mala, es cierto, pero se echan en falta más temas redondos.
Tampoco hay que olvidar lo bien escritas que están las canciones y muchos de los textos invitan a la reflexión. Ya desde el inicio “Despierta” parece ser una llamada a la conciencia de sus seguidores. En “Salvavidas” consigue una atmósfera de tranquilidad mediante un ritmo contenido a la vez que elegante. Con los “Inmortales” el efecto es el contrario: aun dentro de una cierta contención, el tema desborda garra y energía, suavizada por momentos mediante la utilización de unos eficaces coros femeninos. Inmediatamente el ritmo decae con “Prisioneros”, invadiendo el ambiente de una sutil contención con bonitos arreglos de cuerda.
Lógicamente también hay espacio para el rock. Es el caso de “Destrucción masiva” que irradia fuerza a base de guitarras y una voz distorsionada, y de “Nostalgias imperiales”con su percusión en primer plano, su sinuoso órgano y su oscura guitarra;  pero el tono general del disco es primordialmente pausado siendo un gran ejemplo de ello “Miento cuanto te digo que lo siento”, con un ritmo arrastrado marcado por unos sencillos punteos de guitarra, enriquecidos por arreglos de cuerda, o la deliciosa “Plano secuencia” que, con aires de tango y una interpretación que roza la perfección, recrea un ambiente de nostalgia y consigue una intensa delicadeza
En resumen un disco plenamente recomendable y seguramente, con un poco de paciencia, podremos descubrir que los temas no comentados encierran más sustancia de la que aparentemente tienen.

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