martes, 24 de diciembre de 2013

Con los duros comienzos típicos de la vida de cualquier artista, la fotógrafa nos cuenta sus evoluciones hasta llegar a protagonizar sus propias exposiciones sobre la gira de la banda zaragozana"Me decanté por la fotografía porque es lo que mejor me deja expresarme" 
José Miguel Vicente De vuelta en la Sala Caja Inmaculada, como siempre rodeados por los visitantes y por los Héroes del Silencio, recibimos a Jose Girl dispuesta a abrirnos un poco las puertas de sus emociones como artista representativa de la última gira de la banda zaragozana.

   Un poco tímidamente al principio, comienza a contarnos sus inicios en el mundo de la fotografía: “Yo estudiaba en el instituto, pero desde pequeña la fotografía siempre me ha atraído. No sabía muy bien que iba a hacer hasta que acabé tercero de BUP. Salieron en ese momento unos ciclos formativos de imagen y sonido y decidí pasar de la universidad”.

   Zaragoza fue la ciudad donde aconteció su crecimiento fotográfico. Jose Girl nos cuenta que ella “vivía y soy de Zaragoza, mi familia vive ahí y cuando acabe el instituto pues no tenia clara ninguna carrera y me metí en imagen y sonido”. Resumiendo un poco esos primero años de formación, concluye que en dos años que hizo le enseñaron “básicamente a tocar un poco una cámara”. Al año siguiente, prosigue, “te meten algo de vídeo y de sonido, pero por aquel entonces me gustó especialmente la fotografía, porque me parecía que era una buena manera de expresarse para mí”.

   Sus pasos la guiaron hacia Valencia más adelante, ya que “como en Zaragoza no había nada más, pues me fui a Valencia a hacer un ciclo superior solo de imagen”. Igualmente se encuentra con que el contenido era un poco repetitivo, aunque el tema de audio quedara totalmente excluido. “Un año de fotografía y un año de vídeo, con lo que me metí un poco en la cosa de la imagen por ambas vertientes. Luego me decanté por la fotografía porque me siento más cómoda, porque me es más fácil contar cosas con la imagen fija que con el video. Me atrae más”, añade la artista.

   La vida en Valencia le resultó algo más dura y tuvo que trabajar “de cualquier cosa” para poder vivir allí y, mientras, “pues iba por allí haciendo algunos conciertos de rock”. Sus gustos también evolucionaron, tal y como nos detalla: “Me gustó también hacer fotografía erótica y fetichista e hice sobre eso alguna exposición en Valencia y Madrid, e incluso en Alicante, en Benidorm, durante los seis o siete años que viví allí”.

   A la pregunta sobre los directos a los que asistía, Jose Girl insiste en que las exposiciones fueron de fotografías “eróticas y fetichistas, todo bastante colorista e incluso alguna incursión en el blanco y negro. Yo hacía fotos de los conciertos a los que iba, pero porque me gustaban mucho e iba siempre con mi cámara, pero de eso no expuse nada”.

   Hablando un poco de esos inicios, Jose nos comenta que exponer “cualquier cosa al principio cuesta bastante. Ahora cuando presentas una exposición de un grupo como éste, pues resulta más fácil y además ya tengo más años de experiencia”.

   Después de siete años en Valencia, Jose Girl se traslada a Madrid para ver “que se mueve por allí”. Allí estuvo trabajando y fue donde, dos años más tarde, conoció a Enrique Bunbury. En este punto se impone la pregunta obvia sobre gustos musicales: ¿siempre te han gustado los Héroes del Silencio? Entre risas nos comenta que las primeras fotos que ella le hizo a Enrique fueron las de ‘Viaje a Ninguna Parte’, cuando él ya llevaba varios proyectos en solitario: “Lo de Héroes a mi me cogió en la época en la que vivía en Zaragoza, cuando tenía 14 o 15 años y por supuesto que con esos años si que me gustaban. Pero con el paso de los años, sobre todo con el último disco, ya no era tan seguidora”. La artista vivió en primera persona la ascensión de Héroes a la cima del panorama musical en España, “a pesar de que tenía solo 14 años y no era edad para ir de conciertos. Aún así, alguna actuación si que vi, sobre todo cuando ya eran muy conocidos”.


   Volviendo a su primer trabajo con Enrique y a modo de anécdota nos cuenta que se las hizo “en un circo que había instalado en Madrid en esos días. Buscábamos un lugar así como antiguo, especial y hablamos con los dueños y fuimos allí a hacerlas y, desde entonces, para los discos de Enrique he hecho todas las fotos y algunas promos". Jose añade que "claro, cuando surgió la reunión de Héroes, como yo trabajaba siempre con Enrique, pues el mismo lo propuso y no pusieron ningún problema”.

El tour 2007 de Héroes del Silencio

   Enlazando ya con la gira, Jose continúa explicando que hizo “un reportaje para la revista Rolling y el reportaje anterior del anuncio de reunión”. “Llevar un fotógrafo en ruta para los conciertos fue idea mía y de Enrique también. Había que llevar un fotógrafo en gira para dar fotos desde el grupo a los seguidores; siempre había fotógrafos en los conciertos en los primeros temas pero no era lo mismo”, relata.

   Como curiosidad de cualquier seguidor de Héroes, otra cuestión que se impone es el cómo se vive, después de haber trabajado en conciertos con Bunbury como solista para públicos más o menos reducidos, el hecho de enfrentarse a una audiencia de decenas de miles de personas. Girl reconoce que es un impacto muy fuerte, sobre todo cuando tomaba las imágenes del público desde las estructuras elevadas. 70.000 personas cantando al unísono ‘El Estanque’ o ‘Flor Venenosa’, debe ser desde luego un espectáculo de impresión.

   Los criterios para captar esos momentos emotivos para los fans, diferían de un directo a otro: “Para los planos generales tenía que irme a las mesas de luces, llegar a la torre y subirme arriba. De todos los conciertos elegí un par para poder subir y no tener que atravesar a tantos miles de personas. Esas actuaciones fueron las de México D.F, en las que el público está espectacular y creo que era el mejor momento para captar eso”.

   En cuanto a las opiniones del resto del grupo en gira, Jose iba haciendo fotos y las iba enseñando constantemente: “Después de acabar el tour también nos reunimos para los Premios Ondas y expuse un pase con lo que llevaba hecho. En Zaragoza les invite y vinieron Gonzalo, Pedro y Joaquín. Enrique no porque estaba grabando y Juan no vino pero me dijo que se pasaría cualquier otro día porque la exposición estaría tres semanas más. Cada uno tiene una foto personal”.

   Finalmente entramos en los que serían los rangos selectivos de las imágenes: “No es exactamente elegir entre cuatro mil imágenes. Son dos meses de gira, vas haciendo y ese es el resultado”, confiesa la fotógrafa. La primera selección, explica, es porque va a salir un disco del directo y tienes que elegir “lo que mejor le venga. Luego trabajas sobre algunas más y finalmente cuando tienes tiempo te pones a ver las que más te gustan. Lo último es cuando seleccionas para exponer, que es diferente, por ejemplo, al libro que he hecho. Esta exposición es todo de directo, es como mostrar un poco el ambiente del show y de los fans, siendo estos el objetivo último”, añade. Finalmente nos cuenta que “la selección en este caso ha sido exclusivamente mía. He estado trabajando sobre la exposición mientras Enrique ha grabado su disco y hay veces que si que le pregunto, pero participa poco en la exposición porque ha estado muy ocupado. Para el libro por ejemplo si que entrado más porque yo le preguntaba y el siempre ha esta a mi lado”, concluye.

   Hasta aquí el relato de una fotógrafa desde sus inicios en el mundo de la imagen hasta su momento más elevado, la puesta en escena de la exposición del último tour de Héroes del Silencio en 2007, pasando por los momentos más duros de la vida de un artista. Los amantes de la música y de la imagen seguiremos esperando con ganas la próxima entrega de las fotografías de la zaragozana Jose Girl.
Enrique Bunbury, que en ningún momento quiso restar protagonismo a la artista, comenta que “Jose me lleva haciendo fotos cuatro o cinco años. Todas las fotos que he hecho más o menos artísticas han sido de ella, incluso las fotos preparadas para mi próximo disco. Hay un vínculo especial de confianza e incluso diría que desconfío de cualquiera que no sea ella". Asimismo indicó que "el directo, que es esta exposición, es un trabajo especialmente difícil. Me parece que no hay muchos fotógrafos que sepan captar el momento bien, que las luces de un concierto dan determinadas circunstancias que hacen que en un directo sea especialmente difícil captar ese instante así que creo que ella tiene ese don". "No sé más que decirte aparte de piropos”, terminó el cantante zaragozano.

   En cuanto a la habilidad que reconoce como un don en Jose Girl, Bunbury añade que hay que tener en cuenta que “ella al viajar con nosotros en todos los conciertos de la gira, es muy consciente de que hay determinados momentos que son muy importantes para el fan". En este sentido agregó que "creo que hay momentos tomados en el que los propios fans pueden reconocer canciones”.

   Esta canción, añade el cantante mientras señala una imagen del batería Pedro Andreu, “es un momento del acústico en el que sale Pedro con la batería y que ella ha tomado para enseñarlo al público como diciendo “sé que lo vais a reconocer” y eso es algo que yo veo fantástico de las fotos de Jose, que ha ido a pillar los momentos clave de cada uno de los conciertos”.

Fuente : Bunbury y mas

Reseña de Palosanto, lo nuevo de Enrique Bunbury

El nuevo álbum de Enrique Bunbury es una muestra neta de rock y un viaje social que nos transporta por mundos musicales maravillosos.

Palosanto es el octavo disco de estudio para Enrique Bunbury como solista, y es uno que logra dar un gran giro al sonido del español pero que también impulsa sus mayores atributos como artista, tocando rincones ya conocidos.
Palosanto
Portada de Palosanto.
Con una hora y cuatro minutos de duración, Palosanto es una obra de 15 canciones que se divide en dos partes. Es importante recalcar que al menos en la primera escucha, lo mejor es respetar este sentido doble del álbum.
La primera parte consta de las primeras ocho canciones, comenzando con Despierta (el primer sencillo) y terminando con El Cambio y la Celebración. Un pasaje de gran contenido social y un sonido muy fuerte, en veces hasta industrial, podría decirse. Este lado del disco va creciendo poco a poco y llega hasta ser abrumador, hasta llegar a un oasis final.
La segunda parte lleva las últimas siete canciones, iniciando con Hijo de Cortés y finalizando con Todo. Un lado más amable para la producción, tanto en lo musical como en las letras, pero que sigue tocando temas importantes para la persona y el espíritu.
En varios cortes del disco, sobretodo en Habrá una Guerra en las Calles y Destrucción Masiva, podemos escuchar a un Bunbury mucho más agresivo que antes, al pie de batalla contra el sistema que lo rodea.
Hijo de Cortés es una de mis favoritas, y la más clara demostración del giro musical del artista. Incluso, en varias ocasiones, uno se sorprende al iniciar la canción debido a que los ritmos no concuerdan en nada con lo que le hemos escuchado anteriormente. Experimento que es bien recibido en esta ocasión.
Y aunque la primera parte del disco se aleja del Bunbury cabaretero que se ha mostrado desde hace varios años, la segunda se acerca un poco más. Canciones como Mar de Dudas (una balada muy latina) y Todo (una ranchera disfrazada) se acercan mucho más a lo que escuchamos en Licenciado Cantinas, El Viaje a Ninguna Parte o Pequeño.
Es que se puede decir también que el lazo conector de todo esto es la música negra, pues los sonidos de New Orleans eran obvios en Licenciado Cantinas, y un disco más tarde aparecen sonidos más actuales de esa cultura.
Los Santos Inocentes, banda que lo acompaña desde Hellville De Luxe en 2008, se escucha potente, cohesionada y brillante. Es refrescante encontrar un énfasis prioritario en el desarrollo musical cuando el disco corre bajo nombre de un artista solista. Los solos de guitarra, el bajo definidor, los intros de batería y los teclados tienen un destello especial en una producción que los lleva de un ritmo a otro, pero nunca perdiendo el hilo conductor de la producción.
Los sentimientos son variantes, pues las letras y la música te llevarán hacía la melancolía, el rencor social, la esperanza y en contadas veces a la alegría. No hay canciones alegres como en Licenciado Cantinas, por ejemplo, pero tampoco es el disco oscuro que fue Las Consecuencias. Es un disco hecho para pensar y que invita definitivamente a la escucha activa, provocando cantar cada letra junto a las bocinas, incluso desde la primera vez.
Un álbum hecho para oírse con tiempo y con el mejor equipo de reproducción posible, pues si no es así, varios de los grandes detalles serán desperdiciados. Un coro Gospel y una orquesta son parte de los sonidos que hacen de esta una producción única.
Enrique Bunbury & Los Santos Inocentes
Enrique Bunbury & Los Santos Inocentes
Un material que no te puedes perder. Probablemente de lo mejor que se ha escuchado en el año, junto con Bohemio de Andrés Calamaro (aun siendo totalmente opuestos: dos caras de la misma moneda, diría yo).

lunes, 23 de diciembre de 2013

Bunbury ofrece algunas claves para comprender mejor "El viaje a ninguna parte".

Bunbury ofrece algunas claves para comprender mejor "El viaje a ninguna parte". 
Álbum doble 
"Este es un disco de largo recorrido porque necesita de muchas escuchas. No es para escucharlo entero, por eso lo he dividido en dos; siendo 20 canciones, me parece que necesitaba tener sus paradas, tratar el disco con más calma. El cambio de disco ejerce la función de pausa." 
 A la búsqueda de la imperfección 
"Quería un disco que expresara un momento determinado y que a nivel de producción y de lo que he querido hacer musicalmente, partiera de la imperfección y del músico tocando y sintiendo, con una voz que fuera muy cercana. La interpretación es lo más importante en este disco." 
 Los viajes 
"En el viaje hay que intentar evitar cualquier tipo de planificación, la planificación tiene que ser improvisada, y lo más importante de todo es no tener billete de vuelta. Este tipo de viaje lo concibo únicamente como un viaje en soledad, creo que de este modo se aprovecha más." 
El método de escritura 
"A Perú sólo me llevé un charango, en Marruecos y Nicaragua iba con la guitarra. No grabé nada, iba escribiendo las canciones y las guardaba en la memoria, apuntaba en las letras los acordes. No grababa nada hasta que volvía aquí. Luego volqué cantidad de canciones... había alrededor de noventa para este proyecto." 
El oficio de escribir 
"Para mí, normalmente, componer canciones no es fácil, es una lucha contra mis propias incapacidades, me encantaría estar muchísimo más capacitado musicalmente para poder escribir mucho mejor. Afrontar un disco me resulta muy doloroso, por lo que me cuesta decir las cosas, encontrar las palabras, encontrar la música, la melodía, los acordes que deseas para una canción. Pero en esta ocasión, sin embargo, las canciones salían solas y en muy poco tiempo; hay muchas canciones escritas en diez minutos, muchas. En la mayoría, mientras escribía la letra iba escribiendo la canción. Surgió así. Todas las canciones que no han entrado en 'El viaje a ninguna parte' se van directas a la mierda; no me gusta utilizar canciones que no entraron en los discos, en 'Flamingos' también quedaron muchas canciones fuera y no las he utilizado para este. Son canciones que no llegaron a donde tenían que llegar." 
La voz (y la palabra) 
"Con la voz lo que pasa es que más que romperla he intentado interpretar más, no ser tan plano como lo había sido en los discos anteriores y lograr una voz mucho más dinámica, interpretando cada frase, porque hay mucho texto en este álbum Y para estar contando tantas cosas tienes que estar interpretándolas y tienes que llevar al oyente, si no es mera repetición de estrofas y termina resultando aburrido. Cantar este disco ha sido un trabajo muy bonito, pero el más difícil de cantar de todos los discos que he hecho."  
El compromiso con la realidad 
"Actualmente no entiendo la música sin que haya compromiso. Por su puesto creo que tiene que haber un compromiso emocional y por supuesto que acepto que una canción puede hablar de lo que ocurre en el momento. A todos nos gustan las canciones que son atemporales y que sirven para cualquier momento de tu historia o de la historia, pero también entiendo la música urgente, entiendo que los músicos tenemos que decir cosas sobre lo que ocurre en el momento. Siempre que tengamos la necesidad, no es obligatorio que todos lo hagan, pero sí me parece lícito, lógico y necesario y más en momentos como los que estábamos viviendo hasta hace poco, y que, en cierto modo, seguimos viviendo. Aunque, por lo menos, uno de los mayores problemas ya ha terminado, ya ha pasado..." 
 El rock 
"El viaje a ninguna parte' sí tiene un pulso rockero, aunque lo cierto es que los pasos que está dando el rock no me interesan mucho. Me interesan más las raíces en donde busca el rock más explorador y quedarme directamente con la raíz en sí misma, no me interesa ni siquiera hacer rock bastardo, rock latino... En cierto modo, hasta me gustaría eliminar la palabra rock de lo que hago. Sí, porque yo soy un rockero, pero no lo es necesariamente la música que hago. 'Canto' u otras canciones de este disco ni siquiera se puede decir que tengan algún carácter rock, no tienen nada. He ido a pulirlas y a eliminar todo signo de rock. Incluso he huido de la instrumentación rock, muchas canciones del disco no tienen batería y están sustentadas por la percusión." 
La canción 
"Mi sueño es conseguir hacer alguna canción que se acerque a los estándares de la canción popular, me interesa lo conciso de la canción popular, de las letras e incluso lo conciso de la instrumentación. La sencillez que adquiere una grandeza impresionante, desde José Alfredo Jiménez con rancheras de esas que piensas 'qué fácil es hacer una ranchera así porque, bah, sólo son tres acordes y un tipo rimando más o menos sencillo'. Pero cuando te metes a intentar hacer una ranchera, a darle la profundidad del estandar de música popular... me parece tremendamente difícil. Es algo en lo que llevo investigando desde hace un tiempo, desde 'Pequeño', pero todavía no he llegado al grado que quiero adquirir. En todo caso, me parece que 'Canto' es una de esas canciones que puede estar cerca de ese modelo." 
(Abril, 2004)

Triste, desolador, descarnado, así es "El viaje a ninguna parte"

Triste, desolador, descarnado, así es "El viaje a ninguna parte"
 de Fernando Fernán-Gómez.

Esa historia que primero fue novela y luego película dirigida por él mismo, donde trazaba las aventuras de una compañía teatral itinerante, en el ocaso de un género asediado por el cine. Es el fin inexorable de ese deambular por los caminos, en autocar o a pie, de pueblo en pueblo. Pese a ello, los cómicos, con una dignidad encomiable, se mantienen firmes, conscientes de que ese es, precisamente, su oficio. Su responsabilidad, intentar hacer reír a esa España que a comienzos de la década de los 50 era la del hambre y el miedo. 
 Aquel argumento del gran Fernán-Gómez, despertó algo en Enrique Bunbury (Zaragoza, 1967), quien en medio del paisaje arrasado supo ver la pura belleza que motiva a los artistas vocacionales. A los de verdad. A los que asumen la vida como una renuncia a bienes mayores por ese palpitar de los caminos con la palabra, con la comunicación, con el arte a cuestas. Como los artistas del circo, como los lejanos trovadores que recorrían Europa con sus romances. 
 Ahora, Bunbury, el artista internacional, rinde tributo a aquella obra desde el título de su nuevo álbum -el cuarto en estudio de su firme carrera en solitario-; con el que intenta recuperar el halo romántico de ese deambular por el mundo ofreciendo arte sobre los escenarios. "El viaje a ninguna parte -explica Bunbury- es la reivindicación del que elige una vocación artística como forma de vida. Desde la bohemia, desde la elección vital de una profesión artística sin ninguna ambición de éxito o de triunfo, simplemente por el hecho de estar y vivir esa vida, aunque ello suponga perder."
 Los dos viajes del viaje 
Quien haya seguido su obra reciente, sabrá que Enrique siente verdadera devoción por el mundo del circo, por el cabaret, por una cierta bohemia canalla... Sus discos y los consiguientes cambios de registro pueden parecer obra de un funambulista ebrio dispuesto a alarmar a la concurrencia. Pero detrás de la pirotecnia ineludible en todo buen espectáculo, queda la investigación, el rehuir de lugares comunes, la búsqueda de la canción que pueda robarle el corazón al oyente. Y si uno se fija (escucha) con atención, verá que el artista se mantiene firme sobre la cuerda, que en ese constante ir y venir se define un estilo, una marca, un sello propio y reconocible en las canciones. Dicho de otro modo: los eslabones que unen "Pequeño", "Flamingos" y "El viaje a ninguna parte" (mantengamos "Radical sonora" aislado, como el disco de ruptura con el pasado inmediato que tuvo que ser), son más fuertes de lo que a priori pudiera parecer. Que el autor, cantante y productor se encontró consigo mismo mucho antes de lo que creímos... y de lo que él mismo pudo imaginar. Que, en definitiva, los saltos estilísticos no eran más que ejercicios de imaginería y debajo de ellos permanecían las canciones, con su lenguaje propio e identificable. 
 Hay que considerar "El viaje a ninguna parte", precisamente, como un viaje. Viaje doble: por un lado encontramos el emocional y, por el otro, el viaje físico, que se corresponde con tres viajes reales, en los que Enrique, en solitario, se fue a capturar canciones a Marruecos, Nicaragua y Perú. Finalmente, el viaje físico es una ruta musical por diferentes ritmos del continente americano. De Argentina a Estados Unidos, pasando por México, el Caribe o la música andina. Ese viaje físico sirvió para, al tiempo, ir escribiendo el otro, el emocional. 
Y en este segundo viaje, Bunbury se lanza de cabeza a la tarea de hacer repaso a los daños sufridos, a las heridas, cicatrizadas o no (poco importa: las primeras con frecuencia duelen mucho más que las segundas). Ese balance del dolor en carne propia o colectiva (en algunos temas la actualidad social se cuela con toda su miseria) se tiñe de tristeza o de nostalgia, con frecuentes paradas en esa tierra de nadie (o de todos) en la que ambas se difuminan y se confunden. Pero, tras la inmersión en el dolor, emerge el ARTISTA capaz de sacarle partido al sentimiento a flor de piel; habilidoso como los grandes para aprovechar las horas bajas y que de ellas se alcen colosales canciones. Canciones, sí, de las que roban corazones. Canciones para acompañar vidas ajenas. Canciones que hacer nuestras. Canciones amigas con las que no sentirse tan solo. 
El viaje sonoro 
Por todo ello, vestir musicalmente "El viaje a ninguna parte" requería de mimo, de cuidado. Así lo entendió Enrique y optó, en su faceta de productor musical, por  buscar la inmediatez del sonido, intentando capturar la mejor toma de cada canción, sin aditamentos. Pero esto sólo fue posible después de un concienzudo trabajo de arreglos que le llevó tres meses de encierro junto a su banda, El Huracán Ambulante, antes de afrontar la grabación. De este modo, se ha logrado un trabajo que suena eminentemente natural, aun cuando el oyente avezado podrá apreciar detalles y colores musicales de gran altura. En los que, en honor a la verdad, hay que reconocer la pericia instrumental de una banda tan sólida como versátil (obsérvese, por poner algunos ejemplos, esos violines de Ana Belén Estaje; las trompetas de Javier Íñigo; el contrabajo de Del Morán; las guitarras de Rafael Domínguez...), capaz de apuntalar temas de clara esencia rockera, para, segundos después, deslumbrar con coqueteos jazzísticos o arrimarse con respeto pero sin pudor a un tango tabernario. 
En esencia, para comprender "El viaje a ninguna parte", hay que olvidarse de aquella máxima que nos recuerda que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta. Que, ciertamente lo es, pero no necesariamente resulta la más emocionante, la más rica en matices, la más divertida... "El viaje a ninguna parte" opta por la ruta alternativa, por la circunvolución, porque, a fin de cuentas, tampoco busca un lugar de destino. Lo importante es el viaje en sí mismo; el destino es lo de menos. 
Este sinuoso viaje emprendido por Bunbury se ha tenido que condensar en dos discos, que quizás pueda parecer excesivo en estos días de inopia cultural y estrechez musical, en estas horas de vacas flacas discográficas. Pero, las cosas son como son, como tienen que ser: los discos no son largos o cortos. Los discos son buenos o malos, arriesgados o acomodaticios, valientes o cobardes. De verdad o de mentira. 
Ustedes verán. 

El Viaje...

1 DE JULIO DE 2004, PARQUE ALMANSA DE SAN JAVIER (MURCIA) 
PÚBLICO: 2500 ESPECTADORES 
por Luis Miguel Albarracín 
   Uno de julio. Las carreteras llenas de operación salida, el calor que derrite almas en vela, tu mirada que nunca se fija en el azul de mi esencia, y la sensación de que observar el ayer puede ser el principio del fin. No había más remedio que acudir a la cita con un lobo que aúlla en medio del huracán. Si por el mes de noviembre el maestro Lapido arrancó los aplausos de los que no se quedan a medio gas, visionarios de otras galaxias pedían a gritos la llegada de otro compañero: Enrique Bunbury y la complicidad de su cabaret ambulante, postulando que la música se encuentra por encima de las modas, de las altas mantas y de las madres los parieron. 

   Traía debajo de su indumentaria modelo Bob Dylan un disco recién alumbrado en el Hospital Virgen de las Inquietudes y del Dolor. Quizá su álbum más arriesgado hasta el momento. Si Radical Sonora y Pequeño ya supusieron un giro completo con respecto a su trayectoria con Héroes del Silencio, el de los Monegros no dudó en hacer escala en la parada número tres que conducía a Flamingos. Tomó aire, contempló su alrededor, y decidió  realizar El viaje a San Javier, el viaje a ninguna parte. Hastiado de la losa de haber nacido en el país de Bienvenido Mister Marshall, Enrique se ha destapado y no ha dudado en realizar un trabajo de expulsión de demonios interiores. Tuvo que llamar por teléfono a Leonard, pero el artefacto se encontraba apagado o fuera de cobertura. Llamó a Tom. Cogió el teléfono una mujer; a lo lejos se escuchaban quejidos de dolor del pobre Waits. Probó con Nick Cave. Nadie pudo despegarlo de la ventana desde la que contemplaba el puerto de Cartagena. Entonces fue cuando pensó: "tengo hermanos y hermanas en San Javier a los que tengo ganas de ver". Fue a casa de Copi, y éste se encargó de buscar a los demás: Del Morán andaba tomando cañas en el bar de siempre; Lady Blue Stage afinaba  como cada día su violín; Luis Miguel Ramos ya se había montado en el autobús... y la balada del hombre delgado hizo el resto.
   De blanco inmaculado y con un sombrero a juego. Las tres primeras canciones fueron lo mejor de la noche. Fue el momento en el que todos desearíamos ocupar el lugar del cantante y así deleitar con "Anidando liendres", "El anzuelo" o "Los restos del naufragio". La puesta en escena con su guitarra merece un aplauso. Justo ahí, en ese instante, entendí por qué cada uno es quien es. Ser un animal de escenario no es fácil, pero hay quien lo logra. Y con creces. Desplegó las alas de algunas de sus veinte nuevas composiciones dejando fuera alguna joya, como sucedió con "En la pulpería de Lucita". Sólo los que se congregaron en las pruebas de sonido pudieron saborearla. 
   Dotando a todas las canciones del glamour y el encanto de los que viajan con el objetivo de hacer viajar a los demás, también sonaron temas como Infinito, De mayor, El viento a favor, Alicia expulsada a las playas de La Manga, Sácame de aquí, Enganchado a ti, Sí o Lady Blue. ¿Y de Héroes, quedan restos de la época en la que los senderos transitados eran de traición y no de trompetas y caras pintadas? Resquicios, sólo eso. Tal vez una apuesta por el rock and roll en la que Carmen Jones nunca tuvo rival. Bunbu no da nunca la última vuelta de tuerca. Todavía tendrá que comenzar nuevos proyectos, nuevos caminos, y nuevas vivencias que transformar en canciones. Que tenga suertecita la chica triste que te hacía reír en tus momentos bajos. Pero nunca la llames cariño. Adiós, compañeros, adiós, que el maestro errante continúe cantando el mismo dolor. 

Glorioso Viaje

Glorioso viaje
2.7.2004 - Palacio de Congresos (Sala García Lorca). 
2.000 espectadores. Lleno.
Por Jorge Oliva - especial para IndyRock
Ambientazo total. La sala García Lorca del posmoderno Palacio de Congresos 
de Granada lucía un lleno hasta la bandera que sorprendió, esa fue la 
impresión, hasta al mismo Bunbury.

Antes del inicio del show, una imagen proyectada del recién desaparecido
Marlon Brando presidía el escenario. Fue el homenaje inmediato de un
artista, cinéfilo él, que no perdió ocasión de elogiar al célebre "Padrino",
dedicándole incluso una de sus canciones.
Se apagan las luces. Suena el intro al tiempo que se proyectan imágenes de
Bunbury y su banda entre bambalinas. Juntan sus manos, unen fuerzas y salen
uno a uno a las tablas, hasta que el zaragozano hace acto de presencia copa
en mano, guitarra en ristre, con los primeros compases de "El anzuelo". El
público, muy heterogéneo, plagado de Bunburys clónicos y chicas
enfervorecidas, se entrega en cuerpo y alma. Cantan a la par cada estrofa.
Bunbury está muy metido en faena. "El anzuelo", "La señorita hermafrodita",
con un tempo algo más lento del registrado en el disco, y la maravillosa
"Los restos del naufragio" son una excelente carta de presentación. Un buen
comienzo que presagia un mejor concierto. No falla.
Desgrana una tras otra canciones de su viaje emocional, físico y musical. La
gente sigue el show desde las butacas pero se ponen en pie a cada momento.
Unos aplauden, otros simplemente alargan sus brazos, las caras son un poema.
Hay parejas que se abrazan al son de "Infinito", jóvenes que lanzan suspiros
con las primeras notas de "Alicia" y una marabunta que hace retumbar el
Palacio con el homenaja a Más Birras, y por ende a los extintos Héroes del
Silencio, y esa ya habitual "Apuesta por el rocanrol".
Bunbury tiene memoria. Recuerda la última actuación en Granada con motivo de la gira "Rock en Ñ". Era el primer concierto con el Huracán Ambulante, la
banda que le acompaña desde la gloriosa gira de "Pequeño". Los hermanos
granadinos, como los bautiza el maño, se lanzan con el "cumpleaños feliz". Y
a todos, a sus músicos, a los hijos de sus músicos -recién nacidos, de los
que se muestran imágenes- y a esa audiencia entregada les dedica "Que tengas
suertecita".
Suelta en cada canción un vasto repertorio de gestos y poses, teatrales,
dramáticas, muy exageradas. 100% viscerales. "Si me viera en un espejo, ¿tú
crees que haría lo que hago?", confesaba en una entrevista reciente. Pero no
se corta. Acompaña esa puesta en escena de un estupendo juego de luces,
traje mesiánico -blanco para más señas- y su ya inseparable sombrero de
estrambótico cowboy. El acento sudamericano no lo deja. Lo enfatiza aún más.
Es Bunbury en estado puro. Abandona tanto comentario entre canción y canción y va a lo suyo, a interpretar, a vivir y sentir cada canción como si fuera
la última que toca en su vida. Un espectáculo único en el panorama musical
nacional. Y no deja indiferente a nadie.
Tras "Enganchado a ti" se va a camerinos pero vuelve. Sin duda, es el bis
más redondo. Emociona con la versión semiacústica de "Lady Blue", aumenta la
temperatura de la sala con la belleza de "El rescate" y deshace corazones
con ese canto de llanero solitario, hecho pedazos por un amor desafortunado,
llamado "El jinete". Una canción original de José Alfredo Jiménez, que
Bunbury ha hecho suya. Un clásico, vamos.
No hay muchas más sorpresas. Interpreta por primera vez en la gira "Lo que
queda por vivir" y deja a todos con la boca abierta con el tramo final de
canciones sensibleras: "Sácame de aquí", "...Y al final", "Adiós,
compañeros, adiós" y, sobre todo, "Canto (el mismo dolor)". Canciones
henchidas de la emoción a borbotones que sale de cada melodía, de cada
letra, de este atípico y bohemio trovador.
Un excelente concierto, que muestra cómo van tomando cuerpo en directo las
canciones de "El viaje a ninguna parte", y que confirma el extraordinario
momento que vive Bunbury. Con precios no habituales en un artista nacional,
no ha tenido problemas para llenar los conciertos de esta primera parte de
su gira. Su estatura de estrella es indiscutible. Guste más, guste menos,
estamos ante un metal precioso que sigue puliéndose, y de qué forma, disco a
disco, gira a gira. Y siempre con el mismo lema bajo el brazo: "Renovarse o
morir".
Set list
1. El anzuelo
2. La señorita hermafrodita
3. Los restos del naufragio
4. Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha
5. De mayor
6. Desmejorado
7. En la pulpería de Lucita
8. El viento a favor
9. Que tengas suertecita
10. Alicia
11. Infinito
12. Apuesta por el rocanrol
13. Sí
14. Enganchado a ti
-----------------
15. Lady Blue
16. El rescate
17. El jinete
-----------------
18. Lo que queda por vivir
19. Sácame de aquí
20. ... Y al final
-----------------
21. Adiós, compañeros, adiós
22. Canto (el mismo dolor)

PENSAMIENTOS PATÉTICOS (Y POÉTICOS)

PENSAMIENTOS PATÉTICOS (Y POÉTICOS) 
por Luis Miguel Albarracín
En un principio pensé en titular la crónica SIN PALABRAS, aludiendo a lo que allí vi. Sin embargo, dado que el periodista debe comunicar lo que en un lugar ocurrió, intentaré realizar un acercamiento lo más adecuado posible para lograr una imagen de lo que significa y supone el BUNBURY FREAK SHOW.
   Lo primero que veo al pasar muy cerca del Auditorio Maestro Padilla es un circo que se encuentra situado justo al lado. Cuál es mi sorpresa cuando compruebo con mis propios ojos el nombre que surge allá entre las nubes: Bunbury Freak Show. Miro a mis compañeros porteños y me aseguran que ellos también lo han visto igual que yo. Y un cuadrilátero fuera esperando a Perico Fernández. Lo que faltaba. Aparece Bunbury por el recinto acompañado de Carlos Ann. Todavía viste como mi vecino del tercero, como el Antonio Orozco de turno al que se le llena la boca cuando dice que pertenece y es parte del pueblo. Pues de mi pueblo sí que no es, de eso estoy seguro.
   Aun no es el momento. Éste se retrasa una hora, pasando de las nueve a las diez de la noche. COMIENZA EL ESPECTÁCULO. Las canciones de EL VIAJE A NINGUNA PARTE ("La señorita hermafrodita", "Que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha" o "Lo que queda por vivir") se alternan con singles de RADICAL SONORA ("Alicia", "Salomé"), PEQUEÑO ("El viento a favor", "Infinito" o la inigualable "El extranjero", llevada a la máxima expresión por Bunbu Clown) y FLAMINGOS ("Lady Blue", "Sí", "Sácame de aquí" o "Enganchado a ti").
   De entre las bambalinas van apareciendo invitados que Enrique había mantenido a buen recaudo dentro de su sombrero de copa: Nacho Vegas (pasará mucho tiempo hasta que se olvide su puesta en escena); Adriá Puntí (pasará mucho tiempo hasta que se le pase sublime borrachera propia de Casa Puga); Carlos Ann ("el doctor", muy profesional y apropiado en todo momento); Iván Ferreiro (el más aclamado de todos); y Mercedes Ferrer (a la que se le echó en falta algo más de protagonismo). Los colaboradores del show cantan un tema de su repertorio particular y otro del de EL ARTISTA EQUILIBRISTA, EL ARAGONÉS ERRANTE. Cuando escribí sobre el concierto que se pudo ver en San Javier (Murcia) el uno de julio, asistí a un evento diferente, puesto que las canciones de los nuevos inquilinos no eran conocidas por la masa congregada (salvo la de Piratas), por lo que el ritmo de la jam session bajaba considerablemente, aunque nadie salió defraudado, sino todo lo contrario.
    Transcurrida una hora de actuación vertiginosa y de visiones desternillantes, llega el momento de darse una vuelta por la feria. El público abandona la carpa para contemplar al forzudo que desafía a todo aquél que quiera vencerle en la disputa de un pulso. Mientras tanto, en el cuadrilátero se desarrolla un combate donde la sillita eléctrica y los rebotes en las cuerdas amenizan el intermedio de quince minutos. Muy mal acabaron Ismael "El Demonio Rojo" e Ismael Jr.
   El CIRCO RALUY (inspirador del diseño fotográfico de su último álbum y del videoclip "Que tengas suertecita") también se encuentra presente. Algunos de sus compartimentos decoran el pintoresco panorama, como es el caso de la taquilla.
   De nuevo todos a la carpa. QUE TENGAS SUERTECITA y ANIDANDO LIENDRES abren el tarrito de lo jodidamente latino. Canciones para todos los gustos y de todos los colores, con un HURACÁN AMBULANTE que fascina a ALMERÍA, a sus HERMANOS y HERMANAS. La ciudad es feliz, sonríe sin llegar a enseñar las encías, un gesto de mal gusto, aunque sólo sea durante unas horas. El viaje a ninguna parte de Fernán Gómez se ha detenido en la tierra del café de Loli. Por un momento el ex-Héroes del Silencio encarna a DYLAN. Pero desde otro ángulo lo veo claro: es BOWIE. No. Se trata de un aliño de varios artistas que se han refugiado en él. La vuelta de tuerca no ha llegado todavía a su fin, aun queda capacidad para sorprender a quienes le siguen desde hace tiempo.
   Son muchos los momentos entrañables que allí habitan, entre un público que ha hecho suyos algunos de los temas del repertorio. PROMESAS, interpretada por Iván y Enrique, se convierte en uno de los momentos álgidos de la noche. Flamingos también ha salido bien parado. Copi "Clown" prende LA CHISPA ADECUADA, Y AL FINAL brochaliza la noche. Fin de fiesta para el Bunbury Freak Show. Alrededor de tres horas de puro teatro y comicidad que nos alegran el existencialismo disperso entre melodías de teléfonos móviles, coches con cedé y zapatillas rojas que nos calzan de lo que no somos. La pulpería de Lucita ha pasado a ser el cuartel general de los que no quieren una tregua, donde el café nunca falta y las ganas de salir adelante se venden en la máquina que está pegada a la del tabaco. Y qué decir de Ana Belén "Mata Hari" Estaje, la que cada día enamora más.
   Una noche que se prolongó más de lo esperado, en la que se apostó por el rock and roll y se pidió un rescate, mientras el jinete aragonés continuaba con su espectáculo sin mirar nunca hacia atrás.



Enrique Bunbury: 'Palosanto' como agente de cambio

CHICAGO - La conversación sería por Skype. Nos permitiría, cumplir con dos funciones vitales en estos días: Tener la entrevista en video para usarla en internet y rescatar el audio para transcribirlo y darle forma a la versión escrita de la entrevista.
Probamos la conexión. Estábamos listos para grabar por Skype. "Cuando Enrique diga, comenzamos", le dije al publicista que haría la conexión y con quien charlaba de computadora a computadora. Él en Los Ángeles, yo en Chicago.

"Enrique dice ya", respondió Bunbury sin aparecer a cuadro, a una distancia corta del publicista para luego vernos de frente.
No había lugar para comenzar preguntándole el por qué el nombre del disco. Ya lo había dejado claro en septiembre pasado, cuando publicó una carta-manifiesto en su página web oficial explicando el nombre y varios otros puntos del disco de 15 temas y dividido en dos partes.
"En realidad, escribí ese texto, esa carta abierta, intentando evitar que me preguntaran por el título del disco. Mi único objetivo era que, ojalá después de eso nadie me preguntara por 'Palosanto', pero parece que no lo he logrado", comentó quizá, después de haber sido cuestionado con la pregunta obvia en entrevistas anteriores (eso no lo sé, lo supongo).
Personalmente, al escuchar por adelantado el disco, me pareció que "Palosanto" puede, sin pretensiones chamánicas del intérprete, ser un disco medicinal, curativo como la madera del árbol del mismo nombre.
Su contenido puede ser esa medicina endulzada -con los arreglos musicales- para entregar un contenido subversivo en sus letras, que replantean un cambio a nivel de sociedad y de individuo, un llamado a dejar la enajenación y la comodidad de la supuesta seguridad. Una petición a que te hagas responsable de tus actos y decisiones. Que no necesites profetas o guías.
"Hay bastante de eso", afirma al planteamiento hecho en la conversación."En algún momento del disco se habla el área de confort y de esa cierta seguridad en la que nos asentamos todos, pero creo que lo que subyace bajo del disco es la necesidad y la búsqueda de un cambio. Hay una primera parte en la que se habla de un cambio un poco más desde un punto de vista más social, y en la segunda, desde un punto de vista personal, más introspectivo. Ahí me podría enrollar un poco con el tema", me dice, en un cierto tono de advertencia.
No tengo reparo en que lo haga. Le puedo dar mi apreciación personal del disco, pero es suyo. (Sus razones tendrá para haberlo hecho como lo hizo).
"Me cuesta un poco. No soy muy dado a explicar los discos. En este caso, sí que lo estoy haciendo. Has hecho una apreciación que me ha gustado, que otros no han hecho. Pero me gusta que cada uno vea el disco a su manera", y se toma un respiro para desglosar el disco en sus dos partes.
La primera, más social descrita en los temas "Despierta" -el primer sencillo-, "Mas algo que nosotros, sólo el cielo", "Salvavidas", "Los inmortales", "Prisioneros", "Habrá una guerra en las calles", "Destrucción masiva" y "El cambio y la celebración".Todos ellos temas extremos, escépticos, radicales o actuales como el tema "Los inmortales", que habla de movimientos sociales, -sin decirlo tal cual, pero que puede ser referencia cercana al movimiento estudiantil mexicano "Yo soy 132"- o "Destrucción masiva" que te vaticina que para el cambio, sólo se puede hacer algo extremo.
"En esa primera parte, en un primer momento se manifiesta una alegría y una emoción por esa posibilidad de cambio y hay otras voces en el disco. 'Los inmortales' que mira con escepticismo e ironía a todos estos chicos que salen a la calle manifestándose y otras canciones como 'Habrá una guerra en las calles' o 'Destrucción masiva', que llegan a la conclusión de que la única manera de conseguir un cambio verdadero, es a través de revoluciones violentas o con derramamiento de sangre", describe.
La segunda parte de "Palosanto", la individual, la forman "Hijo de Cortés", "Mar de dudas", "Miento cuando te digo que lo siento", "Nostalgias imperiales", "Casualidades" y "Todo"; replantea dónde comienza el cambio.
"Esa parte mira a otra dirección. (Plantea) hasta qué punto realmente podemos hacer cambios (a nivel social), que podemos hacer cambios mucho más mínimos y que nuestro radio de acción no llega tan lejos, que podemos cambiar nuestras costumbres en el núcleo más pequeño, en la familia, los amigos, en los barrios. La conclusión en las últimas dos canciones es que el cambio sólo puede partir y ser verdadero si proviene de dentro hacia afuera y que el cambio lo hacemos en solitario".
Ni profeta, ni líder: Sólo un mortal más
La conexión por Skype se congela. Lo intentamos por segunda vez retomando una idea suelta de mi parte, sobre la coincidencia del sencillo "Despierta", con la revista de los Testigos de Jehová llamada "¡Despertad!" que hace un análisis de los temas actuales y trata de asociarlos con las profecías bíblicas según el punto de vista de esta religión.
"Me estabas diciendo que me iba a meter en una secta", retoma la conversación.
"Jamás dije eso. Sólo te menciono la coincidencia y una posible asociación. Nada de eso. Lo tengo claro", le comento.
"Nada más lejos que eso, es una coincidencia, no sé ni si quiera si simpatizo, o dejo de simpatizar. No tengo muy claro lo que predican los Testigos de Jehová, pero en realidad, todo tipo de religión organizada, me 'chirria' un poco", dice.
De nueva cuenta, la conexión se congela. Optamos por el enlace tradicional, una conversación telefónica.
Tomamos entonces como tópico "Hijo de Cortés", la canción que hace alusión al descrito por la historia como "el conquistador de México", Hernán Cortés y una referencia al origen español del cantante.
El tema habla de lo malo que es asumir, de las etiquetas, de confundir pueblo con soberano. Invita a dejar la discusión de la conquista, a enterrar el rencor que ésta provocó en los pueblos latinoamericanos, brindando con "chelas".
"Es una canción que pretende ser más global de lo que parece. Digamos que es un error que cometemos todos en algún momento, de juzgar a los pueblos por sus gobernantes. Pongo un poco como ejemplo, ahora que que yo vivo en Los Ángeles, que muchos amigos míos españoles me preguntan '¿Cómo puedes vivir en EEUU?'. Eso es un poco de lo que habla la canción, de esa manera de juzgar a un pueblo por el tipo de gobierno que tiene", resaltó.
Dicho eso, reafirma que este disco no es una especie de evangelio para los autollamados "bunburianos" -sus seguidores-, sino un disco actual. De afirmación o negación a lo que ha hecho antes. Contradictorio, un poco, como todos sus discos, pero sin afán de búsqueda. Eso ya quedó claro en otros materiales.
"Creo que musicalmente, 'Palosanto' es un disco que nace como respuesta a mis tres últimos álbumes -Hellville de Luxe, Las Consecuencias, Licenciado Cantinas- que fueron de búsqueda, de raíces de (buscar de) dónde provenía mi gusto por la música. En 'Hellville' de 'Luxe' y en 'Las consecuencias', miraba hacia el rock y las raíces del rock norteamericano. En 'Licenciado Cantinas' miraba hacia el folclor latinoamericano. Este disco no tiene nada que ver con la investigación de raíces. Es un disco de 2013, quería hacer un disco actual, moderno, contemporáneo, centrado en el presente", reafirma.
Un disco coral, donde no pierde su voz
Los creyentes, los escépticos, los luchadores, los apáticos, los optimistas y los extremistas. Todos ellos tienen cabida en "Palosanto", porque no refleja únicamente la opinión de Bunbury, aunque él tiene un poco de ellos.
"Tengo que decir es que lo que se reafirma en este disco no es mi opinión. Hay canciones que se acercan a mi opinión y otras son radicalmente opuestas a mi opinión. Es un disco con muchas voces. Es una reflexión sobre el cambio, sobre su búsqueda y necesidad".
"¿Tú qué piensas?", le pregunto sin más.
"Pienso más como la segunda parte del disco. Pero te puedo decir que a lo largo de mi vida he pensado de maneras diferentes, y que incluso, en el mismo día, he llegado a pensar como todos los personajes de este disco".
"Palosanto" es su decimocuarto álbum como artista -cuatro con Héroes del Silencio, ocho como solista, uno con Bushido y otro con Nacho Vegas- y reafirmo, el más optimista.
"Ese es el propósito, es lo lo que pretendo, hacer canciones que gusten, que la gente las cante, que las disfrute, pero por supuesto, quiero dar un contenido"
.

Los lugares donde se rodó Despierta, el último videoclip de Bunbury



nuevo-disco-Enrique-Bunbury
Cuando Enrique Bunbury definió su nuevo disco “Palosanto” como “un modelo ovni vintage de los años 50″ salió a la luz su primer single, “Despierta”, con un videoclip muy especial de barcos anclados en la arena, televisiones desperdigadas por el suelo y la sorprendente aparición del mismísimo Iker Jiménez desde su nave del misterio. Un paisaje desértico con elementos propios del mar, una torre del campanario… son parte de la idea de su director, Alexis Morante, que nos dibujó en la pantalla un Enrique Bunbury que nunca deja de sorprendernos con trabajos excelentes y mensajes cifrados en sus canciones y la imaginería que las acompañan y complementan.
¿Queréis saber dónde se grabó Despierta? ¿Existe aquel lugar de barcos varados o es imaginado? Acompañános en un viaje al universo del aragonés errante que nos muestra en el primer tema de Palosanto.

Localizaciones en Algeciras y Sevilla

Que Alexis Morante sea de Algeciras y que Enrique Bunbury viva sus veranos (cuando no está de gira) en la provincia de Cádiz tiene mucho que ver con que la semilla videográfica de Palosanto se haya plantado en tierras andaluzas. Muchas de las tomas del vídeo, con especial incidencia del puerto marítimo, proceden precisamente de Algeciras.
Hay una escena que se desarrolla en lo alto de la torre de un campanario. Éste es el torreón de la iglesia de Nuestra Señora de la Palma, un bello templo algecireño construido en el Siglo XVIII, considerado es una de las señas de identidad de la ciudad.
iglesia de La Palma
Sentirse como en casa (nunca mejor dicho) es una de las razones por las que Morante no dudó un segundo llevar a cabo su trabajo en Algeciras. Participaron además muchos extras que después se pueden ver en el videoclip.
Ya en Sevilla, aunque en los adentros de un estudio cerrado, se filmaron las tomas en lo que parece un desierto con barcos varados en la arena. Uno de ellos sirve incluso como portada del nuevo disco del artista zaragozano. Ahí todo depende del croma y de las imágenes proyectadas desde un ordenador para sacar esa luz excelente y un cielo estrellado de película.
bunbury y el barco

¿Existe un lugar de barcos varados como el del vídeo?

La respuesta es sí. Y es que aunque el escenario de barcos abandonados en el desierto se obtuvo a partir de un estudio de grabación, no es para nada una localización de ciencia ficción. Existe en el mundo un lugar que un día fue mar y que ahora es un desierto, que se secó por la desfachatez del ser humano, y que permite encontrarse con numerosos barcos oxidados de pescadores que tuvieron que marcharse bien lejos. Se trata del Mar de Aral, que se encuentra entre Uzbekistán y Kazajistán, y que si hace tres décadas era uno de los lagos interiores más grandes del planeta, ahora es un auténtico páramo vacío de toda vida. Hablamos de uno de los grandes despropósitos de la URSS que en su momento se silenciaron cuando se trataba de una de las mayores catástrofes ecológicas de la Historia (y lamentablemente provocada).
mar de aral
Probablemente para idear aquel espacio repleto de embarcaciones silenciadas en la inmensidad del desierto se han podido basar en las imágenes reales de aquel lugar terrorífico llamado Mar de Aral, en mitad de Asia Central. O quizás no…
Bunbury-Palosanto

Bunbury, ese viajero…

Estamos convencidos de que si Bunbury no se dedicara a la música, viajaría igualmente por el mundo. Es un viajero nato el conocido como aragonés errante, que a través de sus letras y videoclips nos ha llevado a distintos lugares del mundo. Ya en El extranjero confesó: “me siento en casa en América, en Antigua quisiera morir, parecido me ocurre con África… Asilah, Essaoura y el Rif”. El mundo se le queda pequeño al gran Enrique Bunbury, y seguro que en Palosanto seguirá inspirándo viajes como bien sabe hacer.