El zaragozano Enrique Bunbury y su banda, Los Santos Inocentes, ofrecieron un impecable concierto en la que el cantante apodó de “ciudad inmortal”, su Zaragoza natal.
Alrededor de dos horas de buena música en las que el cantante entremezcló canciones de su nuevo álbum, Licenciado Cantinas, con otros temas populares más aclamados, convirtiendo el Príncipe Felipe en una auténtica cantina. Humo y cervezas incluidas.
Carismático, entregado y dispuesto a dar lo mejor de sí mismo, Bunbury acudió muy puntual a su cita, en la que presentó algunos de sus nuevos temas, con un marcado acento latinoamericano, como “Llévame”, “El solitario”, “Ódiame”, “El día de mi suerte” y “Ánimas, que no amanezca”, canción que sentenció con un “que no amanezca, carajo”.
También hubo tiempo para canciones tan queridas como “La señorita hermafrodita”, “Bujías para el dolor”, Sácame de aquí”, “Que tengas suertecita”, “Sí” o “El Extranjero”, tema que emocionó especialmente al público y con la que ovacionaron al cantante tras interpretar el verso “soy extraño en mi tierra, aunque la quiera de verdad”. Él, respondió arrodillándose sobre el escenario en un gesto de total complicidad.
©IPCierzo
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Tres bises -uno inesperado y tras haber interpretado “Y al final”, canción con la que clausura sus conciertos-, varios gestos cómplices y guiños a su tierra y una excelente calidad vocal e interpretación (movimientos “bunburianos”, poses de torero y gestos del mismísimo Raphael incluidos), hicieron de éste un concierto de diez.
Parco en palabras pero generoso en música. Sin duda alguna, Bunbury es mucho más que un cantante, mucho más que un músico….Es todo un `héroe de leyenda´.
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