viernes, 17 de enero de 2014

DIARIO DE ALVARO SUITE SOBRE LA GIRA EN ESTADOS UNIDOS./TOUR 2010

martes, 1 de junio de 2010

CHICAGO ( ILLINOIS)

Chicago


Es la tercera del diario por entregas en el que Álvaro Suite, guitarrista de Bunbury en 'Las Consecuencias Tour 2010', nos cuenta las andanzas de la banda por Estados Unidos. Atento, que el viaje está a punto de empezar.




ROLLING AND TUMBLING

CHICAGO (ILLINOIS) – 03/05/2010


Bajo del autobús y estoy en Chicago, en la puerta de la sala.

Bobby ha conseguido aparcar en un sitio donde uno no hubiera podido meter ni la Transit; este pavo es un crack en lo suyo. Es el Jimi Hendrix del autobús.

Una gran coincidencia hace que el día empiece de puta madre (aunque nadie podía saber lo mal que iba a terminar nuestra estancia en la ciudad).

Acaba de pasar por encima del bus el mismo metro que sale en la película de The Blues Brothers. Hace unos minutos que hemos encendido la tele en el bus, hemos activado el satélite, y.. chasss!.. ¿Qué película están dando?: The Blues Brothers

Con la marcha que te dan Aykroyd y el gran Belushi, (por cierto, recomiendo muy mucho la biografía que edita Papel de Liar, escrita por Bob Woodward) bajo a ver qué se cuece por la zona, y me encuentro con que estamos a tomar por culo del centro; no hay ni dios por la calle. Así que, para que no decaiga el ánimo ante tanto aburrimiento me meto en un supermercado a ver qué tipo de chorradas consumen por aquí y a imprimir un montaje fotográfico que forma parte de un futuro regalo para alguien especial. ¿Y ahora? A la lavandería. Y ahora?.. mmmmmmmmmm… Pues no sé.. ¡Andréééééés! 

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Por suerte había olvidado que hoy es el cumpleaños de Mamma Jose, y que nos invita a comer a un griego, así que me pongo mis mejores galas y me dispongo a pasar la tarde en familia, antes de probar sonido en la sala que aún no conozco. Hoy viene Fer (Fernando Rutia), el agente de prensa de Rock&Chicken, y se queda con nosotros hasta New York. Fer es un viejo amigo de cuando yo hacía pequeñas producciones en Andalucía y es manager de Telephunken. Con los años, una vez dentro de la familia Bunbury, me alegré mucho de verle de nuevo y saber que ahora era como un tío para mí. Va a ser muy divertido pasar unos días con el Tío Fer.

La última vez que estuvimos juntos en New York nos echaron a patadas del garito de moda por cocinar pescado frito en un baño de diseño.

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La comida ha sido fantástica. Como todas las que nos regalan Enrique y Jose cada cierto tiempo, llenas de conversaciones de primer grado, vino, historia del rock, risas, chorradas y planes de futuro esperanzadores y arriesgados. 

Feliz Cumpleaños, Mamma Jose.

Del restaurante nos vamos directamente a la sala. A ver con nuestros propios ojos lo que ya nos han contado por teléfono. Resulta que la sala, que se llama V Live es una jodida discoteca latina; no hay ningún problema en lo latino y sí en lo discotequero del asunto. El escenario está preparado para que unas chavalas muevan el culo a ritmo de las canciones más horteras del momento, que por supuesto dispara un panameño desde una mesa de calidad sospechosa. Una cutrada.

La mesa del Chinas está a un lado de la barra, con lo que el sonido que le llega no es real y le es imposible controlar lo que sale de la PA. Los graves y el eco son brutales y por ende nuestra escucha es un desastre.

Enrique está que echa humo; no quiere ni oir hablar del asunto mientras estemos en Chicago. Aún no sabíamos lo del hotel.

Con ese calvario en la cabeza nos subimos al escenario a eso de las 21:00h y damos un show de primera calidad para los congregados en la disco; ellos no tienen nunca la culpa y no deben saber el estado en el que nos encontramos. Mañana hay otro.

Por suerte, pienso, para esta noche tenemos hotel, así que podré darme una ducha y sentarme en el trono a liderar una batalla que llevaba deseando librar desde hace un par de días.

En orden inverso, claro..
Nada más llegar al hotel nos dan unas llaves que no abren y perdemos la siguiente media hora subiendo y bajando, con las maletas a cuestas todavía, para que nos ayude alguno de los dos bobarruzos que hay en recepción, que se mueven menos que los dientes de arriba. Nada, tenemos que quedarnos dentro o pedir la llave cada vez que queramos entrar. A tomar por culo.

Me están tocando ya los cojones, y como saque la mano a pasear me voy a liar mal. "Dadme una puta llave con la que pueda abrir y cerrar cuando yo quiera". ¿Quién puede traducirles exactamente esto que acabo de decirle a este cretino?
Vale, me calmo y me voy a fumar un cigarro. A la calle.

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La noche siguiente dimos otro concierto, mejor aún que el primero (y es que vamos mejorando por días), y nos disponemos a largarnos de Chicago dirección New York, la ciudad que nuca duerme. Qué ganas.

Pero antes tenemos que luchar contra el monstruo final. Se ve que hubo gente que dejó ropa en la lavandería del hotel. Y se ve también que hubo gente que fumó en las habitaciones, yo entre ellos.

Pues bien, o se pagan 1800 dolarucos o no hay ropa. "Eso es una pasta por un poco de nicotina, ¿no creen? Si no saltaron las alarmas es que no fue tan dramático. ¿Ustedes lo que quieren es sacarnos la pasta?". Pues vamos a darnos de hostias hasta que se solucione este bienentendido. Al final el chaval que se come el marrón es sólo un mandado, y el gerente, como siempre, no está hasta mañana a la mañana, pero nosotros tenemos que partir en breves minutos.

Se paga y nos vamos. A la mierda Chicago.

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Hace unos años tuve la suerte de conocer a los Wilco en Barcelona, soy un gran fan. Quedamos en que nos veríamos cuando fuera a Chicago.


Con Hellville de Tour no pudimos vernos en su ciudad, estaban de gira.

Aún así la ciudad nos gustó mucho.

Con Las Consecuencias Tour no les hubiera gustado encontrarme.
A nadie le gusta que un amigo le diga que en su ciudad lo paso de puta pena.

BOSTON (MASSACHUSETTS )

Boston (Massachusetts)

Es la segunda del diario por entregas en el que Álvaro Suite, guitarrista de Bunbury en 'Las Consecuencias Tour 2010', nos cuenta las andanzas de la banda por Estados Unidos. Atento, que el viaje ya ha comenzado, y cómo
MAMA KIN

BOSTON (MASSACHUSETTS) – 09/05/2010

Para ser sincero he de decir que el show de anoche fue el peor que he dado en mi jodida vida, era como si fuera otro el que estaba tocando y no pudiera hacer nada por apartarlo del escenario y encargarme de ese desastre. Pasé un rato horrible.

Viniendo del espectáculo mayúsculo que ofrecimos en New York, lo de Boston es para pegarse un tiro. Además, el público se mostró un poco frío cuando salimos al escenario.

Ya se notaba algo en el ambiente cuando a la señal de “apagamos luces, repito, apagamos luces” de Musti, no le siguió el huracán de gritos que siempre provoca en el público.

Eran las 7 de la tarde y Boston acababa de vivir un día espléndido de lluvia y frío. Su equipo, los Red Sox, se batían en duelo contra otro equipo en las semifinales de ese deporte tan aburrido que es el béisbol. Además el equipo de basket, Los Celtics, del cual es fan Robert desde pequeño, también se batió en duelo ayer. Así que está siendo un fin de semana movido en la ciudad. Las calles están a reventar y la radio avisa del corte de algunas calles céntricas durante las horas previas al partido.

Hay emoción. El House Of Blues está en una de esas calles.

Después de un rato intentándolo, consigo por fin conectarme vía Skype con mis amores, mi Morenita y mi hija Lola, y les cuento un poco por encima los últimos sucesos en América.

Siempre es un gustazo ver a esas dos bellezas en casa, con mis discos de fondo y sus ropas de siempre; me recuerdan que tengo un hogar al que volver y que todo esto no es una aventura sacada de la biografía de algún ídolo de masas; me ponen los pies en el suelo y me hacen más profesional. Unos minutos antes de la prueba de sonido me despido con pena de ellas.

Este es un House Of Blues moderno, dicen que el más grande de USA, y el más grande. Aquí en Boston se abrió el primero de los 12 que hay repartidos por el país, que fundaron Dan Aykroyd y uno de los socios de Hard Rock Cafe en noviembre de 1992. El local suena de cojones y tiene infraestructura de primera calidad. Tiene buena pinta.

Este donde tocamos hoy es una especie de ampliación del primero, en el que sólo cabían unas 150 personas. Hoy vendrán unas 400 a nuestro concierto y la sala se verá casi vacía.

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Ha sido una prueba de sonido limpia, eficaz y rápida. Hemos probado los cambios que Enrique ha propuesto para el repertorio de esta noche y le hemos dado un repaso a la nueva adaptación de El Hombre Delgado Que No Flaqueará Jamás que improvisamos la segunda noche en New York. Es fantástica. Tiene una intro muy John Lee Hooker que te pone los pelos de punta, y arranca con todas a partir del solo de MENA. Es brutal y la vamos a tocar esta noche por segunda vez.

Sin darnos ni cuenta ya nos queda menos de una hora para que empiece el show, y en la calle aún se escuchan los vestigios de un partido fatídico para los locales. Mal asunto.
Suena sintonía y aún no tengo cuerpo de bolo. Ninguno lo tenemos. Es una sensación extraña que no nos da muy buena espina. Pero venimos a mostrarles a los presentes nuevas canciones y algunas de las antiguas, y queremos que sepan que somos la mejor banda de rock del momento, y que los latinos se traigan a sus yankis para mostrarles lo que se hace fuera de sus fronteras, y que se conviertan en nuevos adeptos. ¡Venimos a trabajar, joder!

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Pero en el mismo momento en el que piso el escenario siento que me falta algo que nunca me había faltado; ganas. No tengo ganas de tocar hoy. Pero las tenía desde que terminamos el último bolo. Es muy raro y desconcertante estar tocando una canción sin escucharla y meditando profundamente sobre cosas que nada tienen que ver con lo que estoy haciendo.

Para colmo técnicamente está siendo un desastre absoluto. Donde hay que pisar un pedal piso otro, y cuando hay que tocar un acorde toco otro.

¡Pero qué cojones pasa! Venga, joder, vamos a levantar esta mierda que si no me voy a arrepentir cuando sea tarde. Me dan mucha rabia este tipo de situaciones en las que la impotencia me supera y me roba el control de mis propias acciones.

Por suerte el público se va calentando hasta alcanzar el nivel habitual, y a Enrique y al resto de Los Santos Inocentes no parece que les vaya tan mal. Al menos sólo soy yo el que la caga, y el resto me están salvando el culo. Esto es una banda, sí señor.

Después del show mi cabeza no está para alegrías ni para felicitaciones, así que me derrumbo en el sofá del camerino mientras los demás se preparan unos pelotazos y preparan los avíos necesarios para una fiesta en el bus de Enrique y Jose (su novia).

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La noche ha sido brutal. No muy larga pero terriblemente intensa. De hecho nos hemos cargado los bafles del bus por volumen atronador que gastábamos mientras hacíamos de los sofás nuestra pista de baile. Ha estado genial.

Claro, al despertar he sufrido un grave dolor de cabeza que me ha mantenido con las manos en la frente hasta que he tenido que mirar al reloj. Por la noche leones y por la mañana maricones, no?
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Poco a poco nos vamos reuniendo a la salida de nuestras habitaciones con una misma intención: buscar un lugar donde alimenten a 9 desalmados con restos de maquillaje resaltando unos ojos que no dan a lugar a dudas. Me la suda, tengo un hambre horrible.

Hoy es el Día de la Madre aquí en USA, y las calles vuelven a estar llenas de gente rebosante de júbilo y salud. Un fin de semana ajetreado para los ciudadanos de Boston.

Yo voy a dedicar el resto de la tarde a pensar en mis madres: la mía y la de mi hija.

Las extraño mucho.

DALLAS (TEXAS)

TEXAS FLOOD

DALLAS (TEXAS)

Miércoles 28/04/2010




“Me siento en casa en América”. Ésta es una de las frases de Bunbury que más engancha al público americano. Lógico. 

Es una frase de El Extranjero (Bunbury-Copi), del disco Pequeño (Chrysalis / 1999).

Pues bien, así es como nos sentimos todos a estas alturas del partido.

Ya hemos cruzado la línea que separa al turista del viajero. Al ciudadano del extranjero.

Anoche nos despedimos de Houston con pena y alegría. Hace un año, más o menos, estuvimos en un hotel cercano al House of Blues, donde ayer dimos un concierto vitamínico y poderoso, y esa primera vez no me gustó mucho la ciudad. Igual fue porque veníamos de New York y Chicago y me encontré con una ciudad industrial, lenta y árida. No encajó bien con la excitante visión que tenía de USA.

Esta vez ha sido diferente. Evidentemente estaba equivocado.

La primera cama. A media tarde del domingo 25 de abril paramos en un Super 8, un motel a unos 10 minutos por carretera del downtown, nuestra primera cama de verdad. Cada uno tuvo una media hora para organizar su habitación y darse una ducha antes de acudir a la cita con Enrique y Jose, que tenían un plan gamberro.


El primero de la gira.

El Continental es un garito de rock & roll ubicado en la frontera entre el peligro y la desidia, que conocimos el año pasado. Aquel día entramos y nos quedamos paralizados ante la escena: una banda de psycho-billy con una chica a la batería, un tipo con un muñón en el brazo derecho tocando el contrabajo, y una especie de malote metiéndole leña a la guitarra, todo a un volumen y ritmo trepidantes.
El público, ya te puedes imaginar, pin-ups y rockeros de corte moderno. Y lo mejor, una terraza enorme fuera con un luminoso casero donde rezaba: ELVIS. Se lió.

Caderas sucias. Esta vez nos hemos encontrado a una banda de funk, pero de ese funk que se basa más en el jazz alocado que en el sucio movimiento de caderas. Una auténtica hez de vacuno pinchada en un jodido palo, eso es lo que me pareció esta banda.

Además, ni tuvieron el detalle de adecentarse antes de subir a un escenario. El guitarra, que era el mejor vestido, llevaba unas bermudas infames a juego con una gorra aún más infame. Un disparate. Así que el plan se tornó en improvisación.

Adentrando en lo desconocido. Justo entonces Mena y Andrés se acordaron de un bar en el que estuvieron el año anterior. Se llama The Flying Saucer [El Platillo Volante] y puede que realmente sea eso: dentro ocurren cosas extrañas, y en sus paredes cuelgan platos con nombres de desconocidos. Tienen unas 200 cervezas diferentes y una historia muy particular: puedes hacerte socio del bar, entonces te dan un carnet, y con él vas fichando cada birra que te bebes, con un máximo computado de tres al día.

Cuando te has bebido los 200 tipos de birras te hacen un plato con tu nombre y te lo cuelgan. Allí había colgados varios platos con el mismo nombre...

El impacto es Houston. Hasta hace pocos años, Houston estaba casi desierta, presa de un pánico general ante los continuos disturbios de carácter racial. Negros y blancos muertos al fin y al cabo.

Algo que me impactó mucho de la ciudad fue ver edificios conectados entre ellos por pasajes aéreos; la gente no se atrevía a pisar la calle y se las ingenió por aire. Hoy día eso queda en el olvido, y en el centro reina la tranquilidad y el breve ajetreo que da el negocio del petróleo y el ganado.

Las cosas han cambiado en Houston. Esto ya no es lo que era.

Las dinámicas del show. El show fue otra prueba más de que esta máquina está perfectamente engrasada. Seguimos retocando el repertorio. El de hoy estaba lleno de altibajos y tiempos medios. Además, cometimos el error de poner juntas varias canciones potentes, con la intención de ir caldeando el ambiente, y nos olvidamos de la dinámica del show.

Pero auguro que dentro de pocos días daremos con un par de repertorios infalibles.

Kennedy sigue vivo. Sobre las 2.00 de la madrugada nos montamos en el bus y arrancamos destino allas.
A eso de las 9.00 de la mañana he abierto los ojos, he mirado por la ventana y estaba a escasos metros del punto exacto de donde, el 22 de noviembre de 1963, algunos hombres malos asesinaron a Kennedy. Un escalofrío recorre mi cuerpo al ver la famosa ventana.


Elton, Mick y Bon Jovi. Desayuno americano y visita a una tienda country, pero country, country. Nada más entrar nos da la mano un auténtico tejano con sombrero y botas con espuelas, y nos dice: “Hi, guys! I'm Bruce, the owner of the shop, right? Whatever you want, just let me know, right? I made boots for Elton John, Mick Jagger and Bon Jovi, right?”.

En Texas damos el cante a tope con nuestras pintas. Definitivamente somos una banda de rock.

Me despisto con el jaleo del salón. Acaba de empezar el partido entre el Barça y el Inter, y abundan los culés.

Al final va a ser cierto eso que dice Enrique: “Me siento en casa en América”.

HOUSTON (TEXAS)


HOUSTON (TEXAS)

Domingo 25/04/2010

Definitivamente somos una familia. Y este viaje servirá para confirmarlo de una manera más contundente aún si cabe.

El show de anoche nos dejó con un buen sabor de boca a todos; a los músicos por lo bien que interpretamos el repertorio y por la ya necesaria presencia de un público entregado en cuerpo y alma a Bunbury & Los Santos Inocentes (igual, un pequeño retoque en el repertorio no vendría mal); y a los técnicos por un trabajo bien hecho desde el principio. Son lo mejor en su profesión y lo hacen todo más fácil para nosotros. Y con buen humor...

Estamos recorriendo USA en un puto autobús, y no paro de pensar en ello desde la gratitud por lo excitante de la experiencia.

Hoy nos toca cruzar Texas. Vamos por la Interestatal 10 (I-10), que une Santa Mónica (California) con Jacksonville (Florida), a través de casi 4.000Km de paisaje insólito, donde uno imagina a esos vaqueros del oeste peliculero batiéndose en duelo por un pedazo de estas tierras verdes y llenas de animales hermosos.

Suena J. J.Cale.
Hemos hecho una parada logística. Bobby, nuestro conductor, que me acaba de contar que a finales de los 80 se llevó de gira a Dave Edmunds y a los Stray Cats en este autobús, va a echar unos 1.000 litros de gasolina por lo que va a tardar un rato. Así que, unos vamos a por alimentos y algo de beber. Algunos entran en una barbacoa donde los camareros llevan camisetas que rezan: “Luchando duro contra los vegetarianos desde 1974”.

Otros se dedican simplemente a salvar su propio pellejo de las garras de dos colgados (todo el país está plagado de vagabundos con historias que contar), que aseguran que sus mujeres les robaron sus instrumentos y que por eso andan por la calle tirados.

Estamos en Austin.

La hora de descanso se pasa volando. Hay ganas de seguir en la carretera. Aún nos quedan tres horitas de viaje antes de llegar a Houston, donde abandonaremos el bus por un par de días. El martes tocamos en el House of Blues, y luego a Dallas. Dos noches de hotel que, bajo mi punto de vista, no son tan bienvenidas a estas alturas del viaje; acabo de organizar mi vida en un autobús y no me apetece dejarlo. Pero me da igual, para mí todo me está bien mientras sigamos de gira.

Bandas sonoras. El viaje de 12 horas entre El Paso y Houston ha sido un lindo paseo en compañía de Ron Sexsmith. Bobby quiere que se lo pase más tarde.

Mañana le meto a Lynyrd Skynyrd a toda pastilla, a ver qué pasa.

EL PASO (TEXAS)

El Paso - Houston - Dallas

LET´S SPEND THE NIGHT TOGETHER

EL PASO (TEXAS)

Sábado 24/04/2010

Una noche de perros en la ciudad de perros del momento: Ciudad Juárez. El caso es que, después de unas 24 horas de viaje y en la misma frontera con USA, nos dice un agente uniformado y armado hasta la peluca que no podemos pasar, que se ha caído el sistema y no pueden validarnos los visados. Entonces, pienso dos cosas: por un lado trato de imaginar lo que está pasando por cada una de las 13 cabezas que nos quedamos plantados ante esta situación; y por otro, se me viene a la cabeza el aparato, obsoleto ahora, que servía antiguamente para pasar la tarjeta de crédito en los negocios. Sí, ése que funciona con el mismo mecanismo con el que rayabas un papel con un lápiz sobre una moneda de cinco duros y te salía igual, y que hoy día sirve para cuando se va el teléfono o la luz. ¿Controláis el aparatito, no?

Es entonces cuando me doy cuenta de que nos la están jugando. El mismo papel al que aspiramos como capullos se puede hacer manualmente en unos pocos minutos. Éste es el famoso chulo americano. El Lucky Luck de la frontera. Menuda bienvenida.

Después de esto, breve reunión y nos vamos cagando leches a buscar un alojamiento para pasar las cuatro horas que restan hasta que nos dejen pasar.

Con cara de “al menos hay esperanza”, nos metemos en las furgos y nos piramos de la frontera en busca de descanso y ducha, sin olvidar dónde estamos: Ciudad Juárez.
Esta misma noche un cártel ha matado a tiros a seis policías federales, a otro local y a un civil. La cosa está que arde por las calles. Además, ha nevado hace unas horas y andan todos algo confundidos.

Justo en la esquina en la que para el chófer, aparece una patrulla armada, de éstas que llevan a los soldados de pie en la parte de atrás, que nos paran a gritos mientras varios de ellos saltan agarrados a sus armas: “¡La hemos liado, Rockers!”. Nos bajan a punta de ametralladora y revólver, nos empujan hasta la parte de la furgo, nos abren de patas y nos invitan a levantar las manos. “¿Leer los derechos? ¡De qué!”. “¿A ver, qué pasa aquí!? ¡Interrogatorio!

Sólo hizo falta nombrar una vez a Enrique Bunbury y la cosa cambió. Como si no nos hubieran apuntado a la jeta con un fusil ni nada de nada: “Ey, amigos, ¿dónde se presentan, en El Coliseo?”. “¿Y ustedes creen que habrá boletos para mi hermana?”. “Sin duda alguna señor-con-la-pipa-aún-en-la-mano”. Fue darnos la vuelta, revisar las maletas por si nos habían confiscado algo y olvidarnos de ellos, de sus hermanas y sus entradas. A dormir.

El alojamiento consiste en una especie de motel de carretera mexicano donde están recogiendo los pañuelos de papel y condones de algún affair nocturno y fronterizo.

Nos repartimos las habitaciones y por fin, un rato de silencio y descanso.

Hoy ha salido el sol y todo ha cambiado. Ya estamos en El Paso, en un hotel con desayuno, y ya hemos quemado el Skype. Ha sido entrar en USA y reconciliarnos con el país por lo de anoche. Hemos visto por fin a Enrique (Bunbury), Jose (Girl, su novia) y Nacho, (el mánager), que se partían de risa con nuestra historia, y corriendo a ver el [autobús de la gira] sleeper en el que dormiremos mientras recorremos el país.

Nos quedan pocas horas para ir a probar sonido.Y la de hoy es una prueba importante por ser la primera y porque el repertorio exige mucha atención a los detalles de los demás, esto sólo se consigue escuchando al de al lado. Esta noche debutamos con Las Consecuencias Tour 2010 ante unas 3.500 personas.

La herencia. Por cierto, un tipo en la frontera nos dijo que hace unos años pasó por aquí Paul McCartney a validar su visado. No puedo evitar pensar en Keith Richards en un día como éste. ¿Y Ringo?

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