martes, 24 de diciembre de 2013

Reseña de Palosanto, lo nuevo de Enrique Bunbury

El nuevo álbum de Enrique Bunbury es una muestra neta de rock y un viaje social que nos transporta por mundos musicales maravillosos.

Palosanto es el octavo disco de estudio para Enrique Bunbury como solista, y es uno que logra dar un gran giro al sonido del español pero que también impulsa sus mayores atributos como artista, tocando rincones ya conocidos.
Palosanto
Portada de Palosanto.
Con una hora y cuatro minutos de duración, Palosanto es una obra de 15 canciones que se divide en dos partes. Es importante recalcar que al menos en la primera escucha, lo mejor es respetar este sentido doble del álbum.
La primera parte consta de las primeras ocho canciones, comenzando con Despierta (el primer sencillo) y terminando con El Cambio y la Celebración. Un pasaje de gran contenido social y un sonido muy fuerte, en veces hasta industrial, podría decirse. Este lado del disco va creciendo poco a poco y llega hasta ser abrumador, hasta llegar a un oasis final.
La segunda parte lleva las últimas siete canciones, iniciando con Hijo de Cortés y finalizando con Todo. Un lado más amable para la producción, tanto en lo musical como en las letras, pero que sigue tocando temas importantes para la persona y el espíritu.
En varios cortes del disco, sobretodo en Habrá una Guerra en las Calles y Destrucción Masiva, podemos escuchar a un Bunbury mucho más agresivo que antes, al pie de batalla contra el sistema que lo rodea.
Hijo de Cortés es una de mis favoritas, y la más clara demostración del giro musical del artista. Incluso, en varias ocasiones, uno se sorprende al iniciar la canción debido a que los ritmos no concuerdan en nada con lo que le hemos escuchado anteriormente. Experimento que es bien recibido en esta ocasión.
Y aunque la primera parte del disco se aleja del Bunbury cabaretero que se ha mostrado desde hace varios años, la segunda se acerca un poco más. Canciones como Mar de Dudas (una balada muy latina) y Todo (una ranchera disfrazada) se acercan mucho más a lo que escuchamos en Licenciado Cantinas, El Viaje a Ninguna Parte o Pequeño.
Es que se puede decir también que el lazo conector de todo esto es la música negra, pues los sonidos de New Orleans eran obvios en Licenciado Cantinas, y un disco más tarde aparecen sonidos más actuales de esa cultura.
Los Santos Inocentes, banda que lo acompaña desde Hellville De Luxe en 2008, se escucha potente, cohesionada y brillante. Es refrescante encontrar un énfasis prioritario en el desarrollo musical cuando el disco corre bajo nombre de un artista solista. Los solos de guitarra, el bajo definidor, los intros de batería y los teclados tienen un destello especial en una producción que los lleva de un ritmo a otro, pero nunca perdiendo el hilo conductor de la producción.
Los sentimientos son variantes, pues las letras y la música te llevarán hacía la melancolía, el rencor social, la esperanza y en contadas veces a la alegría. No hay canciones alegres como en Licenciado Cantinas, por ejemplo, pero tampoco es el disco oscuro que fue Las Consecuencias. Es un disco hecho para pensar y que invita definitivamente a la escucha activa, provocando cantar cada letra junto a las bocinas, incluso desde la primera vez.
Un álbum hecho para oírse con tiempo y con el mejor equipo de reproducción posible, pues si no es así, varios de los grandes detalles serán desperdiciados. Un coro Gospel y una orquesta son parte de los sonidos que hacen de esta una producción única.
Enrique Bunbury & Los Santos Inocentes
Enrique Bunbury & Los Santos Inocentes
Un material que no te puedes perder. Probablemente de lo mejor que se ha escuchado en el año, junto con Bohemio de Andrés Calamaro (aun siendo totalmente opuestos: dos caras de la misma moneda, diría yo).

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