
De fieltro, bombín, tipo cowboy… Es ver un sombrero y se nos disparan las dudas. ¿Por qué? ¿Cómo se combina esto? Y, sobre todo,
¿qué pretende camuflar este tipo debajo de ese trozo de fieltro? Pues bien, la malvada ilusión de ver bajo el sombrero de
Johnny Depp una incipiente calva, o una reluciente coronilla tras el bombín de
Sabina se desvanece. Los grandes caballeros seguidores del sombrero lo son de forma incondicional.
Les gusta y punto. De hecho, la mayoría tiene pelazo (obviando el caso de los señores
Winston Churchill y
Al Capone, de cabezas brillantes). Les aporta estilo, clase, les distingue… Precisamente, cumple la finalidad con la que se creó:
fijar un estatus.

En pleno 2012, el mundo de la sombrerería, un arte con el que comenzaron a experimentar grandes agujas como
“Coco” Chanel, le debe mucho al mundo del cine, pues
Robert Downey Jr., Jude Law, Colin Farrell o el mismo
Depp pasean sus fedora en toda première o alfombra roja que se precie. Pese a su particularidad, con el rescate del look vaquero liderado por el auge del tejido denim, el modelo cowboy que lucen
Bunbury o los
Arizona Baby es otro de los que reaparece en el mercado.
Unos los portan con gracia natural, otros de forma impostada y completando ese estudiado look tirado. Por eso, rompemos una lanza a favor de los
auténticos caballeros. Porque nos resistimos a creer que figuras de la talla de
Elvis Costello, John Lee Hooker, Leonard Cohen o
Tom Waits se miren al espejo dos veces antes de salir de casa. Ellos, seguros y decididos, salen al mundo con su inseparable complemento, y con la cabeza a cubierto para que no se esfumen las ideas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario